TappingQ&A

Escucha Gene Monterastelli entrevistarme sobre mi trabajo con los ninos con cancer.
Hay “tips” para ti.

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Sentir inspirada a apoyar a mas ninos en todo el mundo sentir su propio poder y fuerza.

El Dragón con Llamas de Amor

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Queria empoderar estos dos niñas hermososas?

Mia Guerrero

Marcela

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Como “El Dragón con Llamas de Amor” va a EMPODERAR estos niños?

* Se les proporciona una poderosa técnica de “EFT” para manejar sus emociones, y crear esperanza y la fe en que sus cuerpos puedan sanar.

* Está lleno de historias reales que ayudan a niños con enfermedades graves superar sus miedos, y maneras de encuentro en el que puedan comunicarse con los sus cuerpos, y crear imágenes de cómo les gustaría que sus cuerpos a la libre sanar.

* Les ayuda indirectamente al ayudar a sus padres liberar el estrés de manera que puede apoyar mejor a sus hijos.

* Está muy bien ilustrado y diseñado con colores cálidos e ilustraciones que inspirar, animar y motivar a ellos.

* EMPODERAR a un niño de hoy, puede ser una parte de lo que la vida de un hijo mejor.

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El Dragón con Llamas de Amor

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Después de 6 años y medio de trabajo con niños con enfermedades graves, uno de mis mayores deseos es ayudar a los niños y los que los aman quitar la lucha de tener una enfermedad grave. ¿Eso parece como una gran meta? Bueno, sí lo es, pero uno que vale la pena.

Soy una persona práctica, orientada a los resultados que le gusta poderosas pero sencillos herramientas. Quiero que todos sean capaces de utilizarlas. Es por eso que me encanta EFT o Tapping. Es tan fácil de usar que hasta los niños de 2 y 3 años pueden utilizarlo. Los niños mayores pueden utilizarlo. Los padres pueden utilizarlo. Se funciona rápidamente para que el alivio se puede sentir en cuestión de minutos. Para mí, estos son los aspectos clave de EFT que lo convierten en una herramienta muy útil en un entorno hospitalario.

A pesar de que me encanta ayudar a los niños en Oaxaca, yo sé que hay muchos más niños en el mundo que podrían beneficiarse de mi experiencia con estos niños y la técnica. Por lo tanto, escribí un libro sobre mi experiencias prácticas y experiencias de la vida real con el fin de compartir mis ideas, éxitos y sabiduría. Me gustaría que usted sea capaz de utilizar Tapping como una herramienta práctica y que puede utilizar cotidiana por su hijo y de su propia vida.

Que este libro bellamente ilustrado te inspiran, así como traer alivio, paz y esperanza.

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Bendiciones
Deborah

por Jennifer Ludders

Estuve profundamente conmovida por las tres maravillosas semanas que pasé visitando la sección de oncología pediátrica en el Hospital General de Oaxaca como parte del proyecto de Deborah, y estoy agradecida de haber podido estar allí y ayudar de forma voluntaria durante un tiempo.

Aquí están algunas de las recuerdos que voy a llevar conmigo de esta experiencia:

– Aprender a ayudar de verdad – Me encanta, y siempre utilizo la Oración de Sanación del libro “Un Curso de Milagros”. La primera línea de la oración dice: “Sólo estoy aquí para ayudar de verdad”. Estar con los niños realmente me ayudó a ver cómo poner esto en práctica. A veces los niños quieren hacer Tapping y a veces sólo quieren que te sientes a su lado. A veces te dicen tímidamente que no quieren hacer Tapping cuando en realidad sí quieren hacerlo, y otras veces ‘no’ significa ‘no’. Aprender a entender qué es lo que realmente quieren y necesitan cada nuevo día para así aprender a “ayudar de verdad” – atendiendo a sus necesidades y no a lo que tú piensas que quizás ellos necesiten – requiere bastante presencia e intuición. Los niños me ayudaron desarrollar estas cualidades y sin duda convertirme en una mejor practicante de EFT.

– Sanarse – La última línea de la Oración de Sanación dice: “Me sanaré al enseñar a otros a sanar”. ¡Nada podría ser más verdad con estos niños! Con su increíble valor, fuerza, sabiduría, energía y amor puro, estos niños eran los mejores ejemplos imaginables de cómo yo puedo permitir florecer estas virtudes en mi propia vida y SER más. Cada niño que yo conocí era un profesor increíble.

– ¡El Tapping realmente funciona! – Sí, ésto yo ya lo sabía, pero estar allí en persona fue una manera fantástica de recordar que el EFT puede ofrecer alivio emocional incluso en las situaciones más difíciles. También fue una buena confirmación que el Tapping trasciende los límites de la edad, lengua, cultura, estatus social y circunstancias. Fue tan inspirador escuchar la historia de cómo el Tapping había ayudado a cada niño a superar una cosa u otra, ya el sentirse más relajado para una punción lumbar, enfrentar problemas de rabia, tristeza o simplemente ayudarles a sentirse más en paz. Muchos niños que volvieron a sus pueblos enseñaron a sus amigos, hermanos y otros familiares cómo hacer Tapping.

– Más EFT a través del mundo – Este tema está estrechamente vinculado con el anterior, pero considerando lo simple y efectivo que es el Tapping, así como el bajo coste que tiene – y cuánto alivio puede aportar a personas que están sufriendo – estoy aún más emocionada por llegar a ver y apoyar la diseminación del EFT a comunidades a través del mundo. Estoy inspirada gracias a Deborah y otros pioneros que están haciendo este gran cambio una realidad, y me siento entusiasmada por jugar un papel en esta expansión.

Deborah Miller está creando un plan para llegar a más niños con cáncer (y otras enfermedades graves) por todo el mundo, escribiendo una serie de libros para niños basados sobre sus experiencias con los chicos en Oaxaca. Ofrecerá guiones e instrucciones de “cómo hacer” y otras herramientas en inglés y también en español, para ser usados por padres e hijos que están enfrentando problemas de salud.

Si usted está interesado por el trabajo de Deborah y su fantástica nueva idea sobre los libros para niños, yo sugeriría que la escriba a: ddmiller7@findthelightwithin.com para mayor información acerca del proyecto y para saber cómo usted puede contribuir.

Me voy de Oaxaca con mucha alegría en mi corazón, amor profundo y gratitud para mis muchos profesores aquí. Me siento inspirada al ver lo que se está haciendo y emocionada sobre las vastas posibilidades y el enorme potencial de lo que se podrá hacer en el futuro para apoyar a más gente a utilizar EFT en todo el mundo.

por Jennifer Ludders

Aunque todos los niños en la sección de oncología son, por supuesto, preciosos cada uno de su propia manera, hay un par de ellos que destacan claramente en mi memoria. La pequeña Lupita de tres añitos es una de ellos. La chispa que brillaba en sus grandes ojos marrones no me dejó ninguna duda de que, en aquel cuerpecito pequeño e hinchado, residía un alma muy vieja y sabia.

Había estado recibiendo tratamiento en el hospital más de tres meses. Sólo le quedaban en la cabeza trozitos de pelo después de la quimioterapia y su cuerpo estaba cubierto de pequeñas manchas rosadas, una señal de que la inmunidad está baja y que se necesitan más plaquetas. Cuando conocí a Lupita por primera vez, no parecía estar en muy buen estado. Tenía coágulos de sangre debajo de su nariz y parecía estar, desde luego, sufriendo dolor. Su madre estaba a su lado de noche y día – no podía siquiera ir al baño o a la ducha sin que Lupita se ponga a gritar por ella. Como algunas otras madres que se quedaban en la sala con sus pequeños, la madre de Lupita dormía cada noche sobre la silla al lado de la cama, apoyando su cabeza al lado de la de su hija y sólo cambiándose de ropa una vez a la semana.

Unos días después de mi llegada, el estado de Lupita se empeoró. Como Miriam, tuvo una fiebre, pero su cuerpecito ya estaba muy débil después de un largo período de deterioro. Su madre se veía increíblemente angustiada y distante mientras se sentaba al lado de Lupita, llorando. No parecía que Lupita iba a sobrevivir la noche. Yo hice un poco de ‘Reconnective Healing’ (Sanación reconectiva) tanto para Lupita como para su madre. Deborah hizo Reiki y envió un mensaje a sus contactos pidiendo más energía y sanación para Lupita, a lo que muchas personas respondieron con entusiasmo.

Más tarde, el mismo día, Deborah volvió al hospital para trabajar con otro paciente. Se paró al lado de la sección de oncología para coger una hoja de los puntos de EFT o ‘Tapping’ y Lupita la llamó cuando estaba al otro lado del pasillo: “¡¡¡Deborah!!!” Sorprendida, Deborah entró en la sala y encontró Lupita sentada, rodeada por juguetes, con una inmensa sonrisa. ¿De verdad que era la misma niña pequeña cuya condición había estado tan grave tan sólo un par de horas antes? Deborah estaba pasmada, igual que yo cuando me lo contaron. Efectivamente, al día siguiente cuando entré, Lupita estaba exactamente igual – sentada con energía, jugando, haciendo tonterías y mostrándome cómo le gusta hacer ‘Tapping’ sobre ella misma.

Su espíritu se estaba mostrando brillantemente y estaba claro que, aun sin palabras, nos estaba diciendo a todos: “¡No me subestiméis! Todavía tengo cosas que quiero hacer aquí en esta vida, aún si es sólo para mostraros qué fuerte puedo llegar a ser.” De verdad que me lo mostró.

Lupita

por Jennifer Ludders

Miriam, una niña de 17 años, llegó a la sección de oncología pediátrica el mismo día que yo, proyectando una media-sonrisa mientras intentaba esconder su dolor. Su madre, que estaba a su lado, ni si quiera intentaba disimular las preocupaciones que le pesaban tanto en la cara y en los hombros. Deborah se les presentó como una practicante de EFT que había estado trabajando en el hospital durante casi 5 años, ayudando a niños y sus familiares con los aspectos emocionales de la enfermedad. Ella explicó que hacer ‘Tapping’ tiene efectos increíbles sobre nuestro estado de salud y bien-estar, y dijo que estaría dispuesta a trabajar con las dos y enseñarlas las herramientas que necesitaban para sentirse mejor. Se fue donde estaba Miriam y comenzó a hacer ‘Tapping’ con ella sobre lo difícil que era estar en el hospital, sobre cómo extrañaba a sus amigos y a su familia y otros temas más. Incluso trabajó con la frase: “Aunque estoy llevando puesta ésta máscara y finjo estar bien…”. Para el fin de la sesión de ‘Tapping’ ésta expresión en su rostro se había transformado en una sonrisa tentativa, pero genuina.

Al día siguiente Deborah le trajo a Miriam un TappyBear, que ella abrazó en seguida y que luego ya nunca más salió de sus brazos. Yo tuve más oportunidades para hablar con Miriam y conocerla. Era de un pueblo pequeño a varias horas de distancia en bus de Oaxaca – demasiado lejos para que sus amigos le vinieran a ver-. Sin embargo, había hablado con sus dos mejoras amigas, Sofía y Caro, por teléfono antes de que yo llegara. Parecía estar acostumbrándose, aunque todavía estaba muy triste por estar en el hospital tan lejos de su familia y sus amigos. Le pregunté si quería hacer ‘Tapping’ sobre aquella sensación de tristeza y me indicó que sí con su cabeza. Entonces tapeamos sobre la tristeza azul en su pecho y se permitió llorar. Yo le animé, diciéndole que era bueno llorar y sentir sus emociones para que las pueda soltar.

A principios de la próxima semana, Miriam estaba de buen ánimo. Su madre le había hecho trenzas e incluso tenía puesto un toque de labial rosado que le iluminaba su radiante sonrisa. Ella dijo que se sentía bien así que empecé a ilusionarme y a tener la esperanza de que iba a tener una plena recuperación y poder volver a casa pronto. Sin embargo, para mi sorpresa, al día siguiente encontré que Miriam tenía fiebre. Estaba acurrucada de un lado en posición fetal, con su madre de pié a su lado abrazándola y llorando. Todas sus sábanas estaban empapadas de sudor. Deborah dijo que era relativamente común que los niños tengan fiebres mientras se someten a los tratamientos – generalmente sus cuerpos están simplemente intentando quitarse los efectos tóxicos de la quimioterapia. Lo más probable es que iba a estar bien.

Al día siguiente, cuando Deborah y yo entramos en la sala Miriam ya no estaba en su cama. Mi corazón se desplomó. “¿Dónde está?” le preguntamos a la enfermera. Ella contestó de un tono de voz muy práctico y sin emoción, sin siquiera levantar cabeza de la tabla que estaba mirando, “Se murió”. Yo estaba soqueada. ¿Cómo podía haber pasado esto? ¡Si la niña parecía estar preparada para una recuperación rápida!

Los otros dos niños que compartían la habitación con Miriam estaban durmiendo cuando pasó todo, así que no sabían nada. Sin embargo, sus madres sí que lo sabían y estaban evidentemente conmocionadas, dándose bien cuenta de que la misma cosa podría pasar igual de fácilmente con su pequeño. Deborah les llevó a otra sala e hizo ‘Tapping’ con ellas un momento. Tapeó para enfrentar el hecho de que, aunque esto le había pasado a Miriam, no significaba que también les fuera a pasar a sus hijos. Cada niño es diferente y tiene su propio viaje de sanación. Pero también era natural sentirse tristes y tener miedo. Yo pude dejar caer una lágrimas para Miriam durante aquella sesión de ‘Tapping’, lo cual creo que indirectamente les dió ‘permiso’ también a las otras madres para sentir su tristeza.

La muerte de Miriam me hizo llegar a la dura realidad de trabajar con niños con cáncer – muchos no sobreviven al tratamiento. Por qué algunos elijen quedarse mientras otros como Miriam elijen dejar sus cuerpos, se queda como un misterio. No obstante, una cosa está segura: que la imagen de Miriam con su trenza y su sonrisa rosada abrazando a TappyBear se quedará para siempre grabada en mi corazón.

por Jennifer Ludders

Además de ofrecer apoyo emocional para los niños, Deborah trabaja estrechamente con sus padres, que también necesitan mucho apoyo y se pueden beneficiar de aprender EFT. Generalmente están lejos de casa, de sus otros hijos y de su red de apoyo normal. Además, aunque están sufriendo, por lo general están determinados en mantenerse “fuertes” para su hijo o hija. En muchos casos, para ellos ser “fuertes” significa no mostrar señales de estar tristes o vulnerables emocionalmente. Sin embargo, energéticamente su hijo o hija puede sentir, sin duda, cuándo sus padres están reprimiendo sus emociones y no se están sintiendo bien de verdad, abiertos y positivos. Y esto tiene un efecto enorme sobre el estado de salud y bienestar del niño o de la niña.

Llegué a forjar una especie de amistad con María, la madre de uno de los bebés con leucemia, Yamilet. Un día María parecía estar especialmente triste entonces me senté con ella un rato y le ofrecí consuelo. Ella no quería hacer “Tapping” pero parecía tan sólo querer hablar y que la consolase. Después de un rato, empezó a preguntarme sobre los Estados Unidos, diciéndome que había vivido en Los Angeles durante dos años. Había hecho el peligroso viaje a través del desierto con un “coyote” (traficante de personas) durante ocho días, cruzando la frontera de manera ilegal cerca de Nogales, Arizona, como parte de un grupo de 30 personas, diez de las cuales eran mujeres.

Una vez en California se movía de sitio en sitio, trabajando en la agricultura y en una fábrica donde se procesaba la carne. Dijo que el trabajo era duro pero parecido al de su pueblo cerca de la costa en Oaxaca. Después de dos años tuvo que dejar California porque su madre estaba enferma y no sabía por cuánto tiempo viviría. La segunda vez que María intentó hacer el cruce ilegal a través del desierto no tuvo tanta suerte – la atrapó la “miga” (policía de inmigración) y la reenviaron a México.

María había tenido muchas experiencias difíciles en su vida, pero me dijo que nada llegaba ni siquiera cerca a la experiencia de tener a una hija con cáncer. Dijo que era irónico porque su otra hija había nacido muy flaca y débil pero al final era una niña bastante saludable. Por contraste, Yamilet era muy saludable cuando nació y empezó a caminar muy pronto. Sin embargo, un día se había caído; sus pies se hincharon hasta el tamaño de toronjas / pomelos, estaba muy pálida y parecía no poder recuperarse. María empezó a llevarle a ver muchos doctores diferentes y hospitales en su pueblo y luego en la capital del estado, pero nadie podía entender qué le pasaba. Sólo después de buscar durante más de un mes consiguió llegar al Hospital General, donde le dijeron que Yamilet tenía leucemia.

Ahora Yamilet, que normalmente se queda sentada muy tranquila, mira a su alrededor con sus grandes ojos marrones. Le han dado tres tratamientos de quimioterapia y solo tiene pequeñas zonas de pelo que aún le quedan sobre su cabeza. María duerme en una silla al lado de ella cada noche, esperando la noticia de que la condición de Yamilet sea lo suficientemente buena como para llevarla a casa.

María me preguntó si era posible que Yamilet se curara de su condición, mirándome como si yo quizás tuviera alguna verdad absoluta entre mis manos. Esta era la segunda vez que me habían hecho esta pregunta en menos de una semana. Enfaticé a María que no soy doctora médica. Luego le dije – basado en lo que había oído decir a Deborah a otros padres que le hicieron la misma pregunta – que la recuperación siempre es posible y que las probabilidades son mayores si Yamilet mantiene su sistema inmune lo más alto posible. Es por eso que consumir bebidas de verduras verdes y muy poco azúcar es recomendable, ya que esto le da a su cuerpo más fuerza para curarse.

Le dije que también era muy importante que María y su familia mantengan buenos hábitos de auto-cuidado. Por ejemplo, permitiéndose sentir sus emociones en el momento en que surjan (algo en lo que el “Tapping” puede ayudar mucho), afín de quedarse equilibrados emocionalmente y así poder proveer una sensación de apoyo, firmeza y presencia para Yamilet. Ella me preguntó más sobre las bebidas de verduras y dijo que quería hacer “Tapping” conmigo la próxima vez que viniera. Al día siguiente hicimos “Tapping” pensando sobre lo triste que se sentía, extrañando a todos sus hijos que estaban tan lejos y con miedo de que tal vez Yamilet no sobreviva a esta experiencia. Me contó después que sentía una sensación de paz y de calma que no había sentido desde antes que Yamilet se enfermara.

por Jennifer Ludders

Durante la mayor parte de abril, tuve el privilegio de visitar el Proyecto Oaxaca para ver, de primera mano, el trabajo transformativo que Deborah Miller viene haciendo con niños que tienen cáncer. Dado que ya antes había vivido un tiempo en México y conocía las pésimas condiciones de algunos hospitales públicos en aquel país, me quedé impresionada cuando entramos por la ligereza del ambiente en la sección de oncología pediátrica, sobre todo tomando en cuenta las graves situaciones de los niños en el lugar y los efectos de esto sobre sus familias.

Deborah me explicó que el ambiente no siempre fue así. Cuando ella empezó a trabajar en la sección hace casi cinco años, el lugar daba una impresión oscura y pesada. Cuando llegaba entonces a su casa, tenía que ducharse en seguida para deshacerse de esa sensación. Ahora, sin embargo, la situación es muy diferente. Cuando Deborah entró, noté cómo a los niños les cambiaba el rostro. Se movía por la sección como un alegre colibrí o una abeja de flor en flor, compartiendo su néctar en forma de humor y amor. Tras su paso, los niños quedaban casi siempre riéndose. Sus padres parecían aliviados. Era realmente un privilegio poder observar este proceso y entendí con facilidad qué había hecho que Deborah mantenga este compromiso y vuelva todos los días. Mi corazón fue capturado por estos niños increíbles después de tan sólo un par de minutos en su presencia.

Deborah me había advertido que trabajar con niños con cáncer no es tarea fácil y muchas personas que tienen muy buenas intenciones, pero que son muy sensibles, simplemente no pueden con ello. Al ver las cabezas sin cabello y los brazitos atados a los sueros pude entender por qué era así; más todavía cuando uno sabe que las posibilidades de recuperación son bajas, dado la gravedad de la enfermedad y los fuertes efectos de la quimioterapia. Sabía que iba a ser para mí un equilibrio delicado ofrecer un corazón abierto y compasivo y al mismo tiempo proteger este mismo corazón de demasiado daño en estas circunstancias inciertas. Además de cuidar a mi corazón, sabía que mi mente me iba a molestar, pidiendome explicaciones de cómo y por qué un universo divino y amoroso podía permitir que tal tragedia golpee a estos niños tan jóvenes y bellos. ¡En resumen, sabía que yo también iba a necesitar mucho tapping!

Mientras yo iba evolucionando y desarrollándome espiritualmente hacia un camino de sanación profesional, llegué a apreciar muchísimo la conexión entre mente, cuerpo y espíritu. Estoy convencida de que nuestros estados emocionales – y particularmente la represión de ciertos sentimientos durante un largo tiempo – influyen en gran medida en las enfermedades crónicas. La explicación de Louise Hay – sobre cómo las heridas de la niñez y los patrones de pensamientos negativos se manifiestan en nuestros cuerpos después de cierto tiempo como enfermedades crónicas – me parece lógica y convincente. Pero cuando se trata de niños que desarrollan una enfermedad terminal, y especialmente bebés, esta explicación me parece mucho menos satisfactoria.

¿Cómo se puede explicar cuando Lupita, una niña de tres años con una madre muy entregada a ella, se enferma con Leucemia? ¿O cuando a Mia, una niña despreocupada de cinco años, se le encuentra un tumor en el estómago? Niños que casi no han tenido el tiempo para desarrollar patrones de pensamiento en esta vida y que aún así contraen cáncer… esta situación provoca un vacío en mi entendimiento que naturalmente lleva a preguntas espirituales más amplias y complejas.

Mi primer día en el hospital había más o menos 14 niños en la sección de oncología. Unos ocho estaban en sus camas y el resto en sillas en la zona de afuera, con sueros atados a sus brazos, viendo la tele, la mayor parte de ellos con sus padres. Empecé a conversar con un niño de once años que me dijo que su nombre era Jesús. Se expresaba muy bien y tenía una dulzura increíble. Le pregunté si había hecho tapping con Deborah. “¡Sí, sí! Lo hago todo el tiempo,” me dijo. Dijo que el tapping le había ayudado muchísimo. Antes, no podía tragar su medicina pero una vez que había hecho tapping con Deborah esto cambió y ahora ya no tenía ningún problema en tomar la medicina.

Jesús me contó que también lo utiliza a solas cuando está nervioso o tiene miedo de los diferentes tratamientos, y esto le ayuda a tranquilizarse. Me dijo de una manera muy práctica y sin mucha emoción que había estado extremadamente enfermo durante un tiempo pero que estaba haciendo mucho progreso y que ya se sentía mejor. Yo estaba completamente pasmada por la madurez de este niño y su valentía cuando hablaba. Después, Deborah me dijo que Jesús había estado a punto de morir durante unos seis días. Todos los miembros del equipo médico, incluso ella, estaban convencidos de que iba a fallecer. Sin embargo, se recuperó de forma milagrosa y está manteniendo su resistencia mientras se somete a más tratamientos. Para mí, estar en su presencia fue una experiencia aleccionadora.

En la sala con seis camas, había dos niñas pequeñas y ambas se llamaban Mia. Tenían aproximadamente la misma edad (cinco años) y la misma brillante sonrisa. A Mia 2, como he empezado a llamarla, le encanta Minnie Mouse. Le pregunté si podía hacer tapping con ella y asintió con la cabeza. Le pregunté cómo se sentía. “Bien,” me respondió. ¿Cómo se sentía su cuerpo hoy?” “Bien.” No me tomó mucho tiempo darme cuenta que muchos de los niños, incluso a una edad muy temprana, no se sentían cómodos al expresar sus emociones y habían aprendido a fingir y decir que estaban bien aún cuando no lo estaban. Después de hacer tapping sobre el tema de qué niña más fantástica es ella y cuán inteligente y dulce y fuerte es, me dijo que tenía algo de tristeza. ¿Dónde estaba la tristeza? En sus ojos. ¿De qué color era? Azul. Entonces ‘tapeamos’ sobre esto: “Aunque tengo esta tristeza azul en mis ojos, soy una niña maravillosa…”

Entonces su madre apareció, interrumpiendo y diciéndome que Mia había tenido dolor en el estómago. ¿Todavía sentía este dolor? Sí, me dijo – era verde limón. Entonces ‘tapeamos’ sobre el dolor de color verde limón en su barriguita (donde me dijeron después que ella tiene un tumor). ¿Qué quería hacer – mandarlo amor o mandarlo lejos? Quería mandarlo lejos. No hizo falta mucho tapping hasta que dijera que el dolor ya se había ido. ¿Cómo estaba el dolor en sus ojos?” Se fue también, me dijo. Era difícil saber si realmente se había ido el dolor o si solamente me estaba diciendo lo que pensaba que yo quería escuchar, pero sí parecía estar más en paz. Lo cierto es que fue una interacción muy linda, la primera de muchas que tendría con esta niña tan especial.

María Guadalupe recibió su propio TappyBear el día 28 de Septiembre 2011.

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Dr Armando Quero Hernández, jefe de área de oncología pediátrica en el Hospital General Aurelio Valdivieso en Oaxaca, Mexico, explica desde su punto de vista de médico, porque es un gran ayuda a utlizar la Técnica de Liberación Emocional (EFT o Tapping) en el hospital.

Escucha su entrevista para entender la implicaciones.